martes, 15 de julio de 2014

EN BUSCA DE TU ALIENTO



Voy  tras tus pasos perdidos en los intersticios del silencio.
Sólo me guía el afán de encontrar esas huellas imprecisas,
escarbando  la tierra que aún respira tu presencia.
Buscó con delirio la señal de tu cercanía en el horizonte
y me detengo sobre la senda sombría de mi pena
ensimismada en la tibieza de tu piel en rebeldía.

Sé que es tarde para encender la flama de la esperanza,
las nubes llorosas se deslizan  oblicuas en mi cara
quieren consolar, darme el beso del olvido,
indicar otro  rumbo a mis agotados pasos.

Céfiro me empuja, murmura  palabras secretas,
que se agolpan en mis sentimientos
y deja caer su mensaje contristado
sobres mis atormentadas noches de insomnio perenne,
con sus manos aladas envuelve mis lamentos
y los desparrama a los cuatro confines.
Y yo,  
y yo abro mis brazos en vestigio de abarcar el universo,
lanzo mi voz como un rugido infalible, que se pierde en el espacio,
se va siguiendo la  brisa fugaz de tu partida.

Soy  pájaro sin rumbo, no hay lugar para migrar mi destino,
campana que replica su infinita soledad
en busca de tu aliento  que vaga otras dimensiones.
¿Qué más puedo lanzar en un llamado a lo imposible
vuelta irremediable a la temible  realidad que me acongoja?
Galopa mi soledad por un camino en ruinas,
flores marchitas saludan mi pedregoso paso
y no hay más que un sollozo iracundo,
salido desde el fondo mismo de mi ilusorio cansancio.
No más  apoyo de un destrozado sueño
que se queda pendiente en el borde de la nada.

Mi voz  se pierde tras  un trueno inquisitivo
que anuncia un ocre final al ocaso del día.
Es tarde, el crepúsculo deja sobre el horizonte
la sangre del minotauro derramada
en un rojo pañuelo de despedida.


martes, 1 de julio de 2014

EXTERMINIO



Hay gente nueva viviendo en este barrio. Antiguamente casi todos nos conocíamos: buenos días señora Tina, ¿Cómo está don Pepe? ¿Qué dice mi ahijada?, ¡cada día más grande!, y ¿los niños que no los he visto?, ah, están en la escuela, en fin, esas eran las diarias preguntas para iniciar una nutrida charla con los vecinos, pero desde hace un tiempo, hemos ido quedando aislados, la mayoría, por defunciones de mis antiguos vecinos, sin saludos y sin esas amenas reuniones mientras barríamos la calle, pues  a los nuevos inquilinos  sólo los miras muy de vez en cuando, y apenas  levantan una ceja si esperas que te saluden como corresponde.
Recuerdo con nostalgia los años 2000, ¡qué tiempos aquellos! No le dábamos importancia a las noticias,  anuncios de que seríamos invadidos por extraterrestres, que naves no identificadas rondaban nuestro cielo, nada, nos reíamos haciendo chistes. Pero la realidad ha ido cambiando nuestro modo de vivir y de pensar, ahora, todos te miran con desconfianza,  podrías ser uno de ellos y nadie se arriesga a creer de primera vista que tú no eres alguno de esos invasores.
Cuando se supo por el año  2012 que se podían hacer trasplantes de rostro, pensamos que era como un milagro que personas con caras, desfiguradas por algún accidente o ataque  animal, pudieran tener la posibilidad de vivir una vida más normal, sin ocultar su rostro deformado, eso sí, fue un gran adelanto. Pero nadie pensó que  ese adelanto de la medicina, sirviera a seres invasores, como recurso para sus fines  de apropiarse lentamente de nuestro planeta.
Ahora cada vez que alguien pasa por mi lado temo mirarlo a los ojos y descubrir que han comenzado a llegar a mi barrio. Un amigo me lo dijo, tienen un defecto en los ojos, por eso usan lentes, pero ¿cómo saberlo? Si ya nadie te mira a los ojos, las miradas se desvían y pasamos temerosos a ser atacados, si perciben que los has descubierto. También dicen que sus dientes son más puntiagudos, pero igual, ¿cómo podría averiguarlo si no te hablan, y menos te sonríen?
Alguien dijo que son caníbales o algo por el estilo, que para apropiarse de los rostros, salen de cacería en las noches y se adueñan  de las víctimas, les sacan los órganos y  hacen implantes en sus cuerpos  que aún no se han adaptado muy bien a la tierra y de vez en cuando, necesitan cambiar alguna de sus partes.
Del barrio sólo queda mi amigo  Carlitos, pero está tan viejo que ya no le permiten sus piernas ir a caminar como antes,  así que voy a atreverme a salir con mis noventas años a cuestas y caminaré hasta su puerta. Debo ser cauteloso, no despertar sospechas a la infinidad de mascotas electrónicas que están apostadas en los jardines y puertas de estos nuevos residentes. ¿Quién sabe?, en este año 2060 han introducido nuevos métodos de controlarnos, si son extraterrestres, puede que ya me tengan  dentro de la lista vecinal de exterminio.