martes, 5 de abril de 2011

PLATÍCAME


Platícame del lento caer del día sobre la página
vencida de la historia.
Cuéntame, tengo el tiempo detenido para escucharte.
No te apresures,
comencemos este diálogo imperecedero.

Mírame  a los ojos y háblame de la sal
en la sangre del hombre,
ése que vive navegando las vicisitudes de la vida.
Dime algo de las circunstancias
del arrastrar el paso entumecido.

Tengo ansias de escucharte, de estrechar
el verso en el silencio del abandono.
La pausa esperando en los labios por tanto tiempo
incomunicada.
Hoy tenemos una página sin texto,
una sílaba que, indecisa, no ha esbozado la magia
del contorno.

Manifiéstate, desenfrena el pensamiento,
que nadie impida el lenguaje y las palabras.
Mucho tiempo sin hablar, sin dejar una constancia en el  cuaderno
describiendo los retenidos sentimientos.

Exprésate,  soy todo lo que ambicionas:
Paciencia, es mi nombre conocido
y para ti poseo más que  compañía,
la atención que a silentes gritos clamas
sin entreabrir los labios.

No  calles más, juntos empuñemos el arma ingeniosa
de la escritura, desahogo de la mente
y crucemos el mundo con la magia de la pluma.
Que todos te oigan, que sepan que estás allí,
más allá de una página inconclusa.

Ten coraje y confiésame  aquello que guardas celosamente,
vacíalo sobre la pared, a los cuatro vientos,
y por  primera vez sé feliz
al ver tu obra a plenitud realizada.